Tato, Luca, Marion, Chus… infinidad de apelativos o sobrenombres con los que etiquetamos a los hijos. Es verdad que cada uno tiene su nombre de pila y apellidos. Un nombre que nos gusta y por eso así lo bautizamos. Los hay que critican la utilización de esos sobrenombres. La verdad es que he recibido alguna consulta en relación a este aspecto. ¿Hago mal en usarlos? ¿Hasta cuándo puedo hacerlo?
En mi opinión, la utilización de esos apelativos, dentro en ámbito familiar, es aceptable. Muchos de ellos tienen su origen en la infancia. Sin darnos cuenta, buscamos una forma cariñosa de llamar su atención. Por supuesto, cada uno tiene su nombre pero cuando utilizamos un apelativo para nombrarle lo que hacemos es personalizar, aun más, a ese Jesús, Luís o Mariona. De alguna forma es como eligiéramos una forma única para él.
¿Utilizamos sobrenombres cuando nos dirigimos a nuestra pareja?: Cari, cariño, amor…
Por otra parte, no os preocupéis, serán los hijos los que nos advertirán del momento en el que debemos dejar de utilizarlos.
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