6 de enero por la mañana. En las casas con hijos pequeños se desata la locura. ¡Mamá, papá, despertad que han venido los Reyes!
Todo un ritual se pone en marcha; en pijama o en batín, delante la puerta del comedor,… Una puerta que se mantendrá cerrada hasta que papá o mamá permitan abrir “la cámara del tesoro”. Ese comedor que ha guardado, toda la noche, los sueños de los hijos de esa familia.
Si alguien persiguiera captar la instantánea del rostro de la felicidad, de la alegría, de la sorpresa, seguro que elegiría esas décimas de segundo entre las cuales la puerta está cerrada y se abre ante los ojos atónitos de los pequeños de la casa. Esos ojos saltones, esa sonrisa en sus caras, compensa el esfuerzo realizado durante las fiestas, para ese gran día.
Padres, recordemos esa imagen en los momentos difíciles que seguro tendremos en el trabajo, en la familia, en la vida diaria, de todo el año que hemos empezado.
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