jueves, 10 de enero de 2008

Seguimos aburridos...

Y siguiendo con el aburrimiento…
¿Por qué los adultos no decimos que nos aburrimos? ¿Nos aburrimos alguna vez?
Es frecuente oír a los pequeños, que en ocasiones se aburren. También ocurre con los preadolescentes que acompañan a sus padres a visitar a familiares o cuando viajan y están apartados de sus amigos.
Pero… ¿Cuándo dejamos de aburrirnos? Me refiero a la edad en la que dejamos de pronunciar esa expresión: ¡Estoy aburrido!
Personalmente creo que el aburrimiento es un signo de inmadurez. Un signo de aquellos que no saben cómo sacar partido a esos ratos fuera de programa. Ha salido un imprevisto y… ¿qué hacemos? ¿Cómo podemos aprovechar ese tiempo?
Si esa situación está programada, difícilmente estaremos aburridos porqué prevés diferentes actividades posibles a realizar: cogeré un libro para leer, escribiré mi blog, llevaré mi Nintendo DS… Pero, ¿saben programarse nuestros hijos? ¿Saben ser precavidos y preparar esas actividades?
Pensemos en ello y en esos momentos de aburrimiento que soportan nuestros hijos.


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