Cuenta una leyenda, que en una antigua aldea árabe, habitaba una pareja que había tenido recientemente una hija. El joven padre, queriendo ofrecer el mejor regalo a la niña, se dirigió al pozo donde descansaba la famosa “lámpara maravillosa”.
Al llegar ahí, se encontró con un anciano postrado en una piedra, que le indicó lo que debía hacer para sacar la lámpara del interior del pozo. Después de echar el cubo 7 veces, consiguió pescar la lámpara del genio de los deseos.
Al aparecérsele el genio, no dudó en solicitarle, como único deseo, la felicidad total para su hija.
El poderoso genio, le contestó que debía especificar más su solicitud pues la “felicidad” quedaba fuera del alcance se sus poderes.
Así que el joven pensó detenidamente y pidió para la niña estos 3 deseos:
1º El don de la sabiduría; para que le asegurase elegir ante cualquier situación la decisión correcta.
2º El don de la clarividencia; para poder ver más allá de lo que está cada día ante nuestros ojos.
3º El don de la clemencia; pues sólo el que es capaz de perdonar siempre, será también él perdonado.
Orgulloso por sus decisiones, el joven pidió al genio que cumpliera sus deseos pero fue entonces cuando el anciano le advirtió:
- Ten en cuenta lo más importante, hijo. Una vez se le hayan concedido estos 3 dones, perderá el don más importante de todos.
- ¿Cuál es ese don del que hablas, anciano?
- El don de la libertad. Esa hija que tanto queréis necesita un poder de decisión propio que desarrollará a lo largo de la vida. Tú y tu esposa seréis los principales responsables de ello.
- Pues entonces… ¿Cuál es el mayor regalo que le puedo ofrecer? – volvió a preguntar el joven.
- ¿No te das cuenta? Ya lo habéis hecho, joven aldeano. Vosotros los padres sois su mejor regalo.
El joven padre se quedó dubitativo… y a continuación lanzó de nuevo la lámpara a lo más profundo del pozo.
“ La búsqueda de la felicidad es un camino arduo y duro que empieza en el primer instante de vida”.
¡Bienvenida al mundo, Carlota!
P.D.: ¡¡¡Lo bonito de las leyendas es que todos podemos inventárnoslas!!!
Al llegar ahí, se encontró con un anciano postrado en una piedra, que le indicó lo que debía hacer para sacar la lámpara del interior del pozo. Después de echar el cubo 7 veces, consiguió pescar la lámpara del genio de los deseos.
Al aparecérsele el genio, no dudó en solicitarle, como único deseo, la felicidad total para su hija.
El poderoso genio, le contestó que debía especificar más su solicitud pues la “felicidad” quedaba fuera del alcance se sus poderes.
Así que el joven pensó detenidamente y pidió para la niña estos 3 deseos:
1º El don de la sabiduría; para que le asegurase elegir ante cualquier situación la decisión correcta.
2º El don de la clarividencia; para poder ver más allá de lo que está cada día ante nuestros ojos.
3º El don de la clemencia; pues sólo el que es capaz de perdonar siempre, será también él perdonado.
Orgulloso por sus decisiones, el joven pidió al genio que cumpliera sus deseos pero fue entonces cuando el anciano le advirtió:
- Ten en cuenta lo más importante, hijo. Una vez se le hayan concedido estos 3 dones, perderá el don más importante de todos.
- ¿Cuál es ese don del que hablas, anciano?
- El don de la libertad. Esa hija que tanto queréis necesita un poder de decisión propio que desarrollará a lo largo de la vida. Tú y tu esposa seréis los principales responsables de ello.
- Pues entonces… ¿Cuál es el mayor regalo que le puedo ofrecer? – volvió a preguntar el joven.
- ¿No te das cuenta? Ya lo habéis hecho, joven aldeano. Vosotros los padres sois su mejor regalo.
El joven padre se quedó dubitativo… y a continuación lanzó de nuevo la lámpara a lo más profundo del pozo.
“ La búsqueda de la felicidad es un camino arduo y duro que empieza en el primer instante de vida”.
¡Bienvenida al mundo, Carlota!
P.D.: ¡¡¡Lo bonito de las leyendas es que todos podemos inventárnoslas!!!
1 comentario:
Felicidades, Dani y Ana.
Muy bonito lo que dices, un canto a la libertad, no programar la vida, pues está en manos de Dios y nuestra.
La historia me ha hecho recordar aquella otra, el deseo que pidió Salomón: sabiduría, pero se cansó de tanto saber intelectual y le faltó la vida, se aburrió. Pienso que aquel sabio tenía que haber pedido tener buen corazón, y eso se consigue sólo por el buen uso de la libertad.
Publicar un comentario