Con el tiempo, la rutina hace que caigamos en la comodidad. Esa situación peligrosísima en la que nos buscamos más a nosotros mismos que a nuestra pareja. En ese estado afloran los defectos, las imperfecciones, esas cualidades que siempre ha tenido él o ella y ahora no soportamos. El siguiente paso ya es entrar en un periodo de amor en crisis: discusiones, silencios,… Y entonces nos hacemos esa pregunta que, de por sí, ya suena a fracaso: ¿Hasta cuándo tengo que aguantar?… ¿Aguantar? ¿Es eso lo que sientes y verdaderamente crees que haces en tu matrimonio? Tal como suena parece que el matrimonio gira alrededor tuyo y la otra persona debe cambiar algo para que tú te sientas bien. Como dice Montse, una buena amiga mía, se trata de “lucha”. ¿Hasta cuando debo luchar? Luchar es propio de los que no se rinden, de los que no se conforman, de los que quieren más. Sin lucha no hay victorias y cada lucha nos hace más fuertes.
Luchemos con y por nuestra pareja para conseguir, mantener o aumentar el amor que nos prometimos.
© Photo: http://www.flickr.com/photos/laradanielle
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