viernes, 13 de noviembre de 2009

¡No lo hagas por la ventana!

Somos tan orgullosos que despreciamos el poder de un vicio. Con los años, esos malos hábitos y defectos se convierten en auténticos vicios. Auténticas masas de lodo incrustadas en lo más profundo de nuestras vidas. Se han ido convirtiendo en nuestros amo y señores y, sin darnos cuenta, controlan nuestras vidas.

La puerta por la que entraros fue pequeña y sin duda, lo hicieron sin hacer el más mínimo ruido. Les dejamos pasar porqué creíamos que les echaríamos a la mínima de cambio pero, en realidad, se acomodaron de tal forma que ahora son ellos los que pueden echarnos a nosotros.

Lo peor de todo es pensar que en ese momento le hubieras podido pegar una patada y dejarlo sin más y en cambio ahora…
Mark Twain lo tenía claro: Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño.
¡Algún día volveré a abrir la puerta para bajarlo desde el quinto!






1 comentario:

Maite dijo...

Hola qué tal? Muy buen texto la verdad que muestra la debilidad humana ante un vicio o también, más concretamente, ante determinadas adicciones. Conozco algo el tema porque en mi tesis estudié la cuestión de la virtud y el vicio: uno como manifestación de alegría y otro como síntoma de tristeza. Ante el vicio, el ser humano en lugar de ser libre se convierte en esclavo de algo que en apariencia parece un bien pero con el tiempo se torna un mal.

Muchas gracias por el blog y te deseo mucha suerte en todos tus proyectos.