lunes, 31 de diciembre de 2007

Step by Step


En la construcción de grandes proyectos todo sigue unas pautas, un orden. Para edificar una casa, primero dibujaríamos los planos, a continuación haríamos los cimientos, el primer piso, el segundo, el tejado… Imaginemos por un momento que cada vez que termináramos una planta del edificio y nos dispusiéramos a empezar la siguiente, la anterior se derrumbara…

Nuestro proyecto más importante para con los hijos es darles una educación y la formación que se merecen: la mejor. En ese camino arduo y largo, nos puede dar la sensación que continuamente, los pisos que ya teníamos edificados se vuelven a caer.

Me comentaba un padre que había acordado, con su esposa, tres aspectos en los que su hijo podía mejorar. Después de hablarlo con él, empezaron con el primero. Durante 15 días fue muy bien, así que decidieron pasar al segundo. La sorpresa fue que al realizar la segunda tarea, la primera dejaba de funcionar.

Este hecho tan frecuente en los hijos es porque las persona no somos seres inmóviles como lo son las paredes de una casa. Las personas, los hijos no son unos pisos que vamos levantando. No podemos ni debemos esperar a que esté hecha la primera planta para edificar la segunda.

La ventaja, visto así, es que con las personas puedes edificar desde muchos frentes a la vez. Puedes educarle en el orden, generosidad, sinceridad, esfuerzo… sin tener que esperar a que sea lo uno para pasar a lo otro.

Con la educación de los niños pasa lo mismo que con el cultivo. Hace falta mucha paciencia, abono, agua… para que algún día veamos los frutos del esfuerzo realizado.

No desesperemos, no nos desanimemos al no ver los resultados a corto plazo. La educación que intentamos transmitirles no es tanto para hoy, que también, sino más para mañana.


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