Ayer hablamos de la imagen que cada individuo tiene de se mismo. Esa imagen no es innata sino que se va creando, desarrollando a lo largo de los años. No cabe decir que la formación de la propia imagen se origina con los juicios que otros hacen de uno mismo. Es por ello que desde los primeros instantes de vida, debemos cuidar y potenciar una imagen positiva en nuestros hijos. La actitud de los padres, familiares y personas cercanas a ellos será la responsable de lo que el individuo llegue a pensar de si mismo. Por ello será fundamental cuidar la calidad de la atención que los padres prestamos a los hijos.
Diferentes estudios demuestran que no son factores significativos los aspectos socioeconómicos o el nivel educativo o el tiempo de dedicación para el desarrollo de un concepto positivo o negativo. Lo que realmente importa es:
- La actitud y como es percibida por los hijos.
- El autoconcepto que los padres tenemos de nosotros mismos (padres con baja autoestima transmiten, sin darse cuenta, lo mismo a los hijos)
- El nivel de ansiedad de los padres y en especial de la madre (al ser la que más tiempo pasa con ellos)
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