No pocas veces sucede que de una mala película se pueda extraer alguna buena idea.
El artículo de hoy va dedicado a todas aquellas personas que se encuentran en la fantástica etapa de la vejez.
Como os comentaba, el sábado escuché una alabanza a toda esta generación, en medio de una película que no tenía mucho más que ofrecernos.
Oir por medio de una persona que supera los 80 que es feliz por lo que ha vivido, es fantástico. El protagonista de la secuencia comentaba que en cada arruga de su rostro se dibujaban la fecha de su boda, el nacimiento de sus hijos, los aniversarios celebrados, las grandes aventuras vividas, el rostro de alegría de sus nietos,… ¡todas las grandes cosas que la vida le había dado! Orgulloso de haber vivido.
¿Podemos, podremos decir nosotros que habremos vivido? La gran lección que nos describe la escena es que en ninguna arruga se dibujaban los fracasos, las contrariedades, las tristezas que conlleva el vivir día a día. Con ilusión, alegría y la resiliencia comentada en anterior artículo, todo se olvida. Y es entonces cuando se vive y ayuda a vivir a los que te rodean.
El protagonista de la escena terminaba proclamando que “envejecer no es un castigo sino un premio”. Y yo añado, para el que lo vive y para los que tienen la oportunidad de compartirlo.
¡Larga vida a los abuelos!
P.D.: dedicado a los abuelos y abuelas de mis hijos.
El artículo de hoy va dedicado a todas aquellas personas que se encuentran en la fantástica etapa de la vejez.
Como os comentaba, el sábado escuché una alabanza a toda esta generación, en medio de una película que no tenía mucho más que ofrecernos.
Oir por medio de una persona que supera los 80 que es feliz por lo que ha vivido, es fantástico. El protagonista de la secuencia comentaba que en cada arruga de su rostro se dibujaban la fecha de su boda, el nacimiento de sus hijos, los aniversarios celebrados, las grandes aventuras vividas, el rostro de alegría de sus nietos,… ¡todas las grandes cosas que la vida le había dado! Orgulloso de haber vivido.
¿Podemos, podremos decir nosotros que habremos vivido? La gran lección que nos describe la escena es que en ninguna arruga se dibujaban los fracasos, las contrariedades, las tristezas que conlleva el vivir día a día. Con ilusión, alegría y la resiliencia comentada en anterior artículo, todo se olvida. Y es entonces cuando se vive y ayuda a vivir a los que te rodean.
El protagonista de la escena terminaba proclamando que “envejecer no es un castigo sino un premio”. Y yo añado, para el que lo vive y para los que tienen la oportunidad de compartirlo.
¡Larga vida a los abuelos!
P.D.: dedicado a los abuelos y abuelas de mis hijos.
© Photo: http://www.flickr.com/photos/blumsy/
No hay comentarios:
Publicar un comentario