5: Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
Uno de los mayores retos de la educación es conseguir que nuestros hijos sea, como no, una persona responsable: responsable de sus actos, de sus acciones, de sus comentarios.
Responsabilidad y libertad son dos palabras que van unidas de tal forma que si las separamos pierden todo sentido.
En la medida en las que las dos viajan en el mismo sentido de la vida, las actuaciones son, como mínimo, coherentes. Quizás no buenas pero tienen un alto sentido de coherencia.
En la práctica diaria hay muchos ejemplos donde poder ver ese binomio funcionar: dejamos solos a nuestros hijos en la habitación para que se vistan por la mañana: ¿lo hacen si no estamos ante ellos? Se quedan un rato solos en casa ¿ha habido algún problema cuando hemos vuelto? Con el tiempo van viendo que la libertad que les damos, para que se vistan a su ritmo, para que se queden solos sin que haya problemas, para que salgan de casa sin cruzar la calle a la más mínima, van en consecuencia del grado de responsabilidad que observamos en ellos.
Hay una regla de oro (entre miles que diariamente oimos) que nos dice que “todo aquello que nuestro hijo pueda hacer por si solo, que no lo hagan los padres”. Y entiéndase que ese no es un mensaje de comodidad, de quitarse tareas de encima porqué sí, de los padres. Se trata que los hjos aprendan a responsabilizarse de sus cosas: de que el vaso de leche debe ir al lavaplatos cuando está sucio, que los objetos desordenados deben ponerse en su sitio… y que eso no se hace sólo ni es tarea del adulto.
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