Cuando yo era niño, mi madre trabajaba mucho cosiendo. Yo me sentaba en el suelo, miraba y preguntaba qué era lo que estaba haciendo. Ella me contestaba que estaba bordando. Todos los días yo hacía la misma pregunta y ella me contestaba lo mismo. Observaba su trabajo desde una posición abajo de donde ella se encontraba sentada, y repetía: “Mamá, qué es lo que estás haciendo?” Le decía que, desde donde yo la miraba, lo que estaba haciendo me parecía muy extraño y confuso. Era un amontonado de nudos y hilos de diferentes colores, largos, cortos, unos gruesos y otros finos... Yo no entendía nada. Ella sonreía, miraba hacia mí y de manera amable me decía: “Hijo, sal un poco a jugar y, en cuanto termine mi trabajo, yo te llamaré y te cogeré en mis brazos y dejaré que veas el trabajo desde mi posición”. Pero yo seguía preguntándome desde abajo donde estaba: ¿Por qué ella usaba algunos hilos de colores oscuros y otros claros? ¿Por qué me parecían tan desordenados y enmarañados? ¿Por qué estaban tan llenos de nudos y puntos? ¿Por qué había tantos nudos y hilos enredados entre si? ¿Por qué no tenían aún una forma definida? ¿Por qué tardaba tanto para hacerlo?
Un día, cuando yo estaba afuera jugando, ella me llamó. “Hijo, ven aquí, que te coja en mis brazos”. Me cogió y me sorprendí al ver el bordado. ¡No me lo podía creer! ¡Desde abajo me parecía tan confuso! Pero, desde arriba, he podido ver un paisaje maravilloso.
“Hijo, desde abajo mi bordado te parecía confuso y desordenado porqué tu no veías que en la parte de arriba había un bello diseño pero, ahora, mirando el bordado desde mi posición, tu ya puedes ver qué es lo que yo he estado haciendo”.
Muchas veces, a lo largo de los años, he mirado hacia el cielo y he dicho: “Padre, ¿qué es lo que estás haciendo?” Él parece responder: “Estoy bordando tú vida, hijo”.
Y yo sigo preguntando: “Pero lo veo todo tan confuso... Padre, todo está desordenado. Hay muchos nudos, situaciones difíciles que no terminan y cosas buenas que pasan rápido. Los hilos son tan oscuros... ¿Por qué no son más brillantes?” El Padre parece decir: “Hijo mío, ocúpate de tu trabajo, relájate... confía en mí. Yo haré mí trabajo. Un día, te llevaré a ti en mis brazos, y entonces irás a ver el plan de tu vida desde mi posición”.
P.D.: Ésta es la reproducción de un texto que me parece anónimo.
Un día, cuando yo estaba afuera jugando, ella me llamó. “Hijo, ven aquí, que te coja en mis brazos”. Me cogió y me sorprendí al ver el bordado. ¡No me lo podía creer! ¡Desde abajo me parecía tan confuso! Pero, desde arriba, he podido ver un paisaje maravilloso.
“Hijo, desde abajo mi bordado te parecía confuso y desordenado porqué tu no veías que en la parte de arriba había un bello diseño pero, ahora, mirando el bordado desde mi posición, tu ya puedes ver qué es lo que yo he estado haciendo”.
Muchas veces, a lo largo de los años, he mirado hacia el cielo y he dicho: “Padre, ¿qué es lo que estás haciendo?” Él parece responder: “Estoy bordando tú vida, hijo”.
Y yo sigo preguntando: “Pero lo veo todo tan confuso... Padre, todo está desordenado. Hay muchos nudos, situaciones difíciles que no terminan y cosas buenas que pasan rápido. Los hilos son tan oscuros... ¿Por qué no son más brillantes?” El Padre parece decir: “Hijo mío, ocúpate de tu trabajo, relájate... confía en mí. Yo haré mí trabajo. Un día, te llevaré a ti en mis brazos, y entonces irás a ver el plan de tu vida desde mi posición”.
P.D.: Ésta es la reproducción de un texto que me parece anónimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario