Cuando son pequeños los hijos, les explican lo fácil que resulta entender los elementos y funcionamiento de una buena comunicación. En clase, el profesor dibuja en la pizarra los clásicos Emisor – Mensaje – Receptor y explica como interactúan. Es de esas cosas que no se nos olvidan nunca, de lo aparentemente sencillo que resulta.
Cuando los chicos son pequeños, los padres vemos como charlan unos con otros sin ningún tipo de complejo ni vergüenza: niños con niños, niños con niñas, etc.
La adolescencia es un periodo de desarrollo que, entre otras cosas, dificulta la buena comunicación. Para conseguir una buena comunicación es necesario conocer un mínimo al receptor: como piensa, como funciona, emociones, etc. Si el auténtico mérito de los adolescentes es llegar a conocerse ellos mismos, ¿cómo van a conocer con certeza a los del otro sexo?
En este sentido, los padres tienen mucho que enseñar. Desde el artículo de hoy quiero aplaudir el fantástico anuncio de la casa AUSONIA donde se ve una madre ayudando a su hijo a establecer una conversación con una chica: “hijo, si haces reír a una chica y ve que no te avergüenzas te la has ganado”. Todo un ejemplo de lo que es enseñar a los hijos la forma como son las chicas y por supuesto, como aumentar su autoestima.
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